La palabra configuración es interesante, no describe, evoca. ¿Qué evoca? Evoca una disposición relacional. Y, ¿qué es una disposición relacional?, una forma. En nuestro vivir cotidiano distinguimos formas como entidades discretas que podemos tratar como totalidades que una vez distinguidas podemos tratar como si existiesen por si mismas.
Entidades discretas que como joyas engarzadas unas con otras constituyen desde sí los mundos que vivimos como configuraciones del fluir de nuestro convivir. Pero, ¿es así? Muchas veces miramos el mismo paisaje y vemos cosas distintas. ¿Cómo sucede eso? ¿Miramos en verdad el mismo paisaje? Jugamos a hacer puzzles como mosaicos cuyas piezas al ser ordenadas de unas cierta manera revelan una figura, y al ser ordenadas de otra manera muestran algo diferente. Tal vez uno de nuestros niños o niñas nos pregunte, “mamá, papá, ¿cuál es la verdadera?”, y nosotros quedándonos perplejos por un momento digamos, “las dos”, o ninguna, peguntándonos, ¿estaban las dos figuras ya contenidas en la piezas desordenadas del puzzle? Y tal vez nos preguntemos también, ¿estaban desordenadas las piezas del puzzle antes de que las ordenásemos?
Si una cerradura se abre con otra llave que se ve diferente de aquella que le corresponde por diseño, ¿qué la abre?, o ¿cómo es que se abre con la segunda llave que se ve diferente de la primera? Para el observador esas dos llaves son diferentes, pero para la cerradura no lo son, para la cerradura son iguales. ¿En qué son iguales? La igualdad y la diferencia no son propiedades de las cosas, como las llaves en este caso, sino que son condiciones relacionales comparativas que surgen como lo uno o lo otro según el criterio u operación de distinción que use la persona que hace la distinción. Así, por ejemplo, si el dueño o dueña de casa usa la primera llave y abre la puerta con la facilidad usual, entra en su casa con tranquilidad, y vive un mundo de bien-estar. Pero, si por error el dueño o dueña de casa usa la segunda llave, y la cerradura se abre, y él o ella se da cuenta de que no era la llave correspondiente a la cerradura, se sorprende, se detiene y se pregunta, ¿cómo sucede esto?, y vive, en mayor o menor grado, un mundo de inquietud. ¿Qué abre la cerradura?, ¿un objeto particular llamado llave, o una configuración sensorial-operacional-relacional que puede ser satisfecha por muchas circunstancias diferentes?
Lo interesante es que los seres humanos en el lenguajear, el conversar y el reflexionar sólo distinguimos configuraciones porque la configuración operacional-relacional que distinguimos como nuestro sistema nervioso en su operar sólo opera distinguiendo configuraciones, no entes particulares. Las neuronas no distinguen entes particulares, sólo distinguen configuraciones; las moléculas en sus interacciones con otras moléculas no distinguen moléculas como entes particulares, sólo distinguen configuraciones; … y en tanto esto es así, los seres humanos existimos en un cosmos que al surgir de nuestras distinciones surge como una configuración de configuraciones.
Y, ¿qué es lo que distinguimos cuando distinguimos un ente u objeto particular? Los entes u objetos particulares surgen como intersecciones de configuraciones que a la vez distinguimos como otras configuraciones en un ámbito diferente . De modo que las coherencias sensoriales-operacionales-relacionales de la realización de nuestro vivir ocurren como dinámicas de conservación de configuraciones de relaciones y de procesos que guían el curso del fluir de la conservación de la configuración de procesos que distinguimos como la unidad ecológica organismo nicho que integramos. De hecho el que sólo distingamos configuraciones es el fundamento sensorial-operacional- relacional de los errores, ilusiones y confusiones que vivimos. Pero el que operemos así es a la vez lo que nos permite darnos cuenta de los fundamentos de validez de la ley sistémica que dice “cada vez que en un conjunto de elementos comienzan a conservarse ciertas relaciones se abre espacio para que todo se transforme y cambie en torno a las relaciones que se conservan” y de todas las leyes sistémicas que hemos descrito 1, así como de todo lo que llamamos leyes de la naturaleza desde el investigar científico.
El que sólo distingamos configuraciones en nuestro operar como observadores, y el que esto sea nuestra condición de existencia, es también el fundamento de nuestro existir como seres humanos creativos en el conversar y el reflexionar en la siempre presente posibilidad de cambiar y generar nuevos mundos o dominios de reflexión y acción desde donde resolver nuestros conflictos en la conservación de la configuración de un convivir ético-social. Los fundamentos de nuestro vivir-convivir humano Homo sapiens-amans amans están en las configuraciones sensoriales-operacionales-relacionales del amar y la ternura, configuraciones sensoriales-operacionales-relacionales que son a su vez el fundamento de nuestro convivir social-ético. Los seres humanos en el cosmos que surge con nuestro explicar nuestro vivir-convivir somos sistemas autopoiéticos moleculares que al existir en el lenguajear y el conversar podemos ser generadores de modos de convivencia en la belleza o en la fealdad, pero podemos siempre escoger las configuraciones sensoriales-operacionales-relacionales que vivimos, podemos siempre escoger abandonar nuestros apegos, y en el ver del amar que surge en ese acto, podemos escoger la belleza y la armonía de un vivir-convivir social-ético como la guía en torno al cual ordenar nuestro existir. Si miramos en un mirar retrospectivo como ha sido el curso de nuestra historia evolutiva Homo sapiens-amans amans veremos que ha sido de manera inconsciente una continua deriva en torno a la conservación de un vivir-convivir social-ético con oscilaciones que lo niegan desde el apego a una teoría fundamentalista que justifica la discriminación. Pero ahora que estamos conscientes de todo esto, podemos escoger movernos intencionalmente en el intento de vivir y convivir en torno a la continua creación y conservación cotidiana de la configuración de un vivir-convivir sensorial-operacional-relacional social-ético.
Humberto Maturana Romesín
1 Ver “Habitar humano en seis ensayos de biología-cultural”. Autores: Ximena Dávila Y. y Humberto Maturana R. año 2008. Juan Carlos Saez, Editor, Santiago, Chile.